Museo del Surf Uruguayo

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Anécdotas por Jorge Ravera

 

En el idioma, la lengua es algo dinámico.

Cambia, se transforma. Se crea. Jorge Benjamín, nos legó varias de sus expresiones, que acompañaban al argot surfista de la época. En La Aguada, venía el set y aquel decía: “ahí viene la mamona, déjamela a mí”, refiriendo con términos campestres a la fuera de serie.

Ricardo Medina en una época calculaba, el valor monetario de cada ola. Laburaba en un banco. Cuando volvíamos de Rocha, hacía cuentas y concluía:
-“esta vez, las olas me salieron menos plata que en enero, corrí más y mejor”
Jorge, basaba sus cálculos en valores ganaderos :
-“ 1 tabla son 6 ovejas, un viaje a Brasil puede salir 20 ovejas, a Hawai…chauuu…son muchas ovejitas”.

Ponía la dentadura superior sobre el labio inferior y comenzaba a mover la boca mientras escuchabas una letra “ S “, que parecía no terminar. Luego se transformaba en una “CH”…SSSSSSSSSSSSSCHHHHHCHHHHHAAAAAAAAAAuuuuuu!!! El famoso “Chhhaaaauuu” de Jorge expresaba algo extremo : fuera una ola, una chiquilina, o el desastre más inimaginable. CCCCCHHHHhauUUUU contigo¡¡¡¡¡¡. Sabías que la cosa estaba muy mal cuando decía: “gracias, muerte”

 

Otra del Boussac

Esta, la contaban. Carezco de pruebas de que haya sucedido. Pertenece a los indefinidos límites entre realidad y ficción en mi parecer. Parece que luego de la ida del Pino a las Islas, Jorge se quemaba el bocho con eso. No es frecuente vivir en el idealizado paraíso. Si un amigo está allá, querés saber. Así que le escribió unas líneas, las puso en un sobre y marchó a enviarla. Fue a la ya desaparecida dependencia de Correos de Av. Brasil y Chucarro. Solicitó precio de franqueo para Hawai, colocó las estampillas.
La señora de la oficina, le dijo:
_Disculpe, así no llega.
_¿ Por qué?
_ Mire, se olvidó de la dirección.
_ A ver...no está todo bien.
_ Disculpe, acá sólo dice Pino y abajo Hawai...
_ Pino vive ahí, en Hawai.
_Me parece muy bien, pero si no pone una dirección no le va a llegar.
Cuentan que el Buseca, la miró, agarró la carta, y se retiró.
Mientras salía, comentó (como para que lo oyera):
_¡¡¡¡¡¡¡¡CCCCHHHHHAAAuuuuuu, CCCCHHHHHaaaauuu con el correo uruguayo!!!!!!

 

De camping con el Buseca

La capacidad de lograr un orden preestablecido con ciertas cosas era causa de varios de los episodios más comentados del “Buseca”. Llegaba a Rocha con su tabla, gabardina impermeable inglesa, mocasines y una valija rígida, herencia de sus ancestros. Me acuerdo que le pedí permiso para acampar en el terreno que había comprado camino a “Los Botes”. Apareció con la pinta antedicha y su guitarra en bandolera. Que no era cualquier instrumento. Era algo serio, fabricado tal vez por un luthier de color en el Misissipi, para tocar blues, cosa que le encantaba.


-“¡¡¡Que haaaay Jorgiiiitooo¡¡¡¡”, hoy vine prolijo, no me olvidé de nada.
Se acomodó y abrió el valijón. El mismo se reía del contenido. Toda la ropa era un nudo, mezclado con parafinas, cuerdas de guitarra, revistas de surf, latas de alimentos, bizcochos…
-“AAAhhh ccchhhhauuuu…me olvidé de la carpa, que nutria que soy. Claro quedó en casa, que perejil”.

Nos acomodamos varios días sin problemas. Lo más lindo fue estar con el sol de la tarde, descansando de una paliza de olas de aquellas, con varios blues ejecutados magistralmente, incluso con un tubo de metal a la manera de los bluseros de fuste. Así estábamos cuando dobló la esquina un sujeto recortado por la cegadora luz solar del poniente, cada pisada levantaba una nube de polvo(tipo película de cowboys). El paso cansino, doblado por la carga como un sherpa tibetano.

-AAAAAAAhhhhssscccchhhhaaauuu, ahí viene el Tito, me muero con él-. Cayó el Tito Boussac con provisiones, guita, guitarra y su equipo de buceo más una carpa nuevita. Jorge deliró. -Chau contigo, Tito, sos lo máximo!- La jornada terminó en fogón con música bajo el alegre cielo estrellado, sintiendo el oleaje.

 

Otra del Buseca

Un día empezó a shapear. La casa del Jorge era un excelente sitio de reunión. La familia nunca objetó los variados especimenes surferos que recalábamos por allí. Metió lija, laburo prolijo, sin ansiedades. Como la cosa venía en serio varios lo acompañábamos. Ricardo, Valentín, Mássimo, Rodi, etc.

Un día se escuchó la voz de su mamá:
-Jorgito, ¿no sabés donde puede estar la puertita de mi mesita de luz?
- No sé, mami, pregúntale a las empleadas. Dijo sonriendo con una ceja levantada.
Ahí vino la risotada sofocada de todo el grupo. Aprisionada sobre una morsa de rosca gigante, la puertita, aún con sus bisagras. Se notaba que no era madera aglomerada, calculo palo de rosa o cualquier otra madera noble. Con una sierra, comenzó a recortar la forma dibujada de una quilla. Le quedó espectacular. Todavía recuerdo la foto recortada de una revista de una cola con una mínima tanga que representaba la bandera británica acompañando las curvas generosamente expuestas que le colocó en la terminación.

 

Jorge Boussac

Allá por 1973, vi a Jorge en El Emir. Olas de tormenta y un puñado de surfistas adentro. Entre ellos se destacaba el querido amigo. Traje de goma O´Neill y su famosa tabla : “El Zapato”. Contaba la leyenda que antes de ser tabla corta, había sido un tablón de Clark Foam. Por diversos motivos alguien decidió recortar aquella tabla y hacerla de menor tamaño.

Según algunos había sido recortada de un tablón, por el dueño anterior, según otros (MALPENSADOS), porque era choleada. Como consecuencia era una tabla casi sin levante Se había luego logrado una rara prolijidad con un color rojizo vino tinto. No te fueras a cruzar con ella en el agua o afuera porque era + dura que el cemento. Recuerdo que en la nariz y en la cola se había excavado una concavidad, intentando suplir aquella recta perfecta, si uno podía mirarle solo el grosor. Los bordes eran de estrictos 90 grados. El producto resultante era extraño, pero su dueño lo hacía andar.

Una vez, lo encontré bajando del “Rápido Carrasco”. Bus de AMDET que iba del Centro a Carrasco con 6 a 8 paradas en total, se destacaba por ser un servicio veloz. Pagabas un poco más, pero sentías que atravesabas la ciudad como un corredor de autos. En Junio, Agosto, pintaba oleaje y arrancaba a Carrasco, La Honda, El Cine. Regresaba empapado con una sonrisa con la cual lo recuerdo cariñosamente. A veces lo acompañaba a su casa.

Entraba “abriendo el paraguas”, ya que la mamá tenía sus opiniones con respecto al deporte de su hijo menor -“Jorgito Benjamín Boussac Viana, dónde estabas!?…todo mojado, otra vez…¿no sabés que te vas a agarrar un resfrío?-. Todo esto lo decía el “Buseca”, al entrar en la casa imitando la voz materna. A su madre, no le quedaba espacio para hablar. Recurría al lenguaje gestual cerraba los ojos, movía la cabeza, agitaba las manos, etc.

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