Museo Uruguayo del Surf

 

 

 

PALABRAS DE PRESENTACION DEL TROFEO A RINA Y FERNANDO BESSEGA.  24 DE NOVIEMBRE DE 2007 DICHAS POR EL PROF. ARIEL GONZALEZ

 

Alguien dijo: “Quien no mira el pasado, no entiende el presente y no verá el futuro”.

Los uruguayos somos reacios a reconocer nuestro pasado, actitud que bastante problemas nos acarrea.  Otras culturas reverencian su historia y a sus ancianos, algunos de ellos sabios testigos e importantes mensajeros en la transmisión oral de valores y la construcción moral de futuras generaciones.

En el Museo Bishop de Honolulu pudimos admirar el colorido y rico muestrario del ancestro hawaiiano.  Nuestro joven guía irradiaba el orgullo de ser polinesio al hablar de sus reyes, navegantes y surfistas.  Conociendo su pasado, entendía donde estaba parado, lo que daba alto valor y significado a su vida y a su raza.

Rina y Fernando compartieron con nosotros los primeros fríos, tablones y la cálida protección de la casilla del Vispo.  Recuerdo que su Sra. Madre bajó un día y nos pidió encarecidamente que los cuidáramos, especialmente a Fernando “porque es muy flaquito y sufre mucho el frío”.

Rina fue, junto a Raquel Villamil, la primer surfista uruguaya.  Amparada en su femineidad y con mucho recato garroneaba los tablones Dasur apenas los dejábamos contra la casilla.

Fernando fue luego de los primeros en vislumbrar el mercado surfero oriental, tarea que mantuvo desde el año ’84 mientras otros competidores colapsaban.  Esto no solo requiere de habilidad y visión empresarial sino la intuición de que el mar y sus olas son una parte esencial del humano, fuente de su sustentabilidad física y espiritual, y que este nunca lo abandonará.

El esfuerzo particular de rescatar la memoria colectiva de esta sub cultura uruguaya merece nuestro total apoyo, no solo por el afán de mirar nostálgicamente las entrañables experiencias que hemos compartido, sino también para sensibilizar y concientizar a nuestros jóvenes y niños surfistas.

La creciente violencia social, sea cual fuere su origen, ha llegado a la playa junto con otros valores superfluos, todos ellos totalmente ajenos a aquel espíritu genuino del aloha del he’e nalu hawaiano.  Nosotros fuimos y somos testigos. Nosotros vivimos una hermandad que trascendió las olas y que cimentó amistades que aún perduran.

El mar y sus olas nos transformaron en seres mas sensibles al origen de nuestras vidas y la convivencia con otras especies.  El surfar con muchos alrededor era motivo de regocijo y jolgorio.  Las olas no tenían nombre propio, eran de todos.  La mejor ola, no importara de quien fuere, se aplaudía y gritaba.  Se comentaban con lujo de detalles en los fogones. Algunas aún se recuerdan.

Ojalá que el esfuerzo de Rina y Fernando alcance mas allá del simple despliegue gráfico y virtual de parafernalia surfera local.  Esperamos que el visitante logre captar dentro de las borrosas fotos, las viejas y cuarteadas tablas, los traje de goma y shorts de lona, toda la entrega, la fraternidad, el sacrificio, la alegría y mas que nada, el misterioso vínculo sentimental que los surfistas de todas las edades, tenemos con el mar.

Es por esto, y en reconocimiento a su perseverante intención de no olvidar y mantenernos juntos aunque sea una vez al año, Jaime, Jordi y quien les habla, deseamos entregarles en nombre de todas las generaciones presentes este recuerdo.